sábado, 3 de abril de 2010

Mal viaje

Acostada boca abajo en mi colchón, sin cama, mire a mí alrededor.
El oso blanco hablaba por lo bajo con la coneja rosa que me regalo Luciano para mi cumpleaños. No llegaba a comprender sus murmullos, pero algo se traían entre manos.
Me miraron fijamente con una expresión sonriente y vacía. Punki, la coneja, mantenía su mirada burlona a la altura de mis pechos y note que no traía ropa. Tome mis mamas con cada mano, mire mi habitación vacía y me tranquilice.
Me mire de arriba abajo tocando poco delicadamente las partes que miraba, necesitando del tacto para verificar lo que mi vista no entendía muy bien.
Me mire al espejo, el gran espejo. Todo un mundo de criaturas se asomaba alrededor de mi reflejo. Mi otra yo sonreía irónicamente, y con la mano me invitaba a pasar a su mundo.
Toque la mano de mi doble y ella tomo la mía, traspase la delgada capa que dividía nuestros universos y me sumergí en su mundo.
Punki seguía hablando, pero ahora mas alto, con Blanco, el oso. No se entendía lo que decían, pero había una melodía en sus voces, un poco guturales. Parecía que llamarana alguien por el tono de sus voces. Me acerque a ellos y me miraron otra vez con sus ojos vacios, pero cuando me alejaba de ellos su expresión se tornaba mas agradable. Volví a acercarme y sus cantos me envolvieron. De su música nacían colores muy brillantes, se mesclaban y me envolvían, y se mesclaban y dividían. Una neblina negra se empezaba a cerrar a mí alrededor y compactaba el espacio entre los colores, que bailaban cada vez más rápido y mi figura. El aire se agotaba y mi cuerpo no conseguía moverse.
Paralizada intentaba gritar, pero solo salían débiles gemidos de mis labios, y mi aliento gris se mesclaba con la neblina, oprimiéndome más y más.
Un golpe callo desde arriba y finos trozos del cielo cortaban mi piel al caer. La canción hipnótica cesó con el golpe y note que el espejo me había devuelto a mi lado de la existencia.
Mi sangre se volvía cada vez más negra a medida que surgía de mi carne. Se hacia espesa y su olor a oxido se hacia cada vez mas insoportable.
Una voz grave y madura sonaba preocupada en algún lugar. Un cuerpo masculino entro en la habitación y miro los fragmentos de cielo esparcidos a mí alrededor. Me dijo "¿Qué pasó?" y le explique que mi doble me había llamado y el espejo, que dividía nuestros mundos, me salvo de esa muerte dolorosa. Su expresión se torno confusa y luego mostro simple resignación. Me dijo "¡Sácate esa cosa del ojo, mira lo que terminas haciendo!", pero no le entendí. Me levantó el parpado con suavidad y me saco un pedazo de cartón magenta y amarillo, y me arranco los pedazos de cielo incrustados en mi piel y ponía un líquido ardiente y burbujeante en la brea en que se había convertido mi sangre.
Punki y Blanco dejaron de hablar por lo bajo después de un rato. El espejo roto ya no parecía ser lo mismo que antes, sino solo un espejo roto.
[Continuación o buen término cuando me digne a repasar y terminar el buen flash que venia teniendo hasta que me interrumpieron]

1 comentario: